Afortunadamente el yoga milenario ha sobrevivido hasta nuestros días porque se ha ido adaptando a cada cultura, época y necesidades. Esa flexibilidad en la adaptación y la persistencia en el tiempo son dos tesoros que no hemos de perder de vista en el mundo del Yoga.

No puede haber un Yoga efectivo sino hay una escucha en profundidad acerca de las limitaciones, corporales o mentales, que nos acechan, y si no tuviéramos las herramientas adecuadas para actuar sobre ellas. Podríamos decir que Yoga nunca es una imposición de una técnica sino una regulación sobre aquélla, algo que podemos hacer para avanzar progresivamente hacia un fin deseable, sin sobre esfuerzo.

Aún recuerdo la época en la que mi madre, ya mayor, necesitaba un adaptador para la taza del inodoro, al mismo tiempo que mi hija, todavía pequeña, necesitaba el suyo para sentarse y hacer sus necesidades. Podríamos decir que en la inmensidad de la vida tenemos que ir encontrando nuestro lugar, nuestra forma, nuestro límite, de esta manera la vida se digiere mejor. El Yoga no es más que un gran método para vivir nuestra vida con menos limitaciones y desarrollar mejor nuestras potencialidades.
El Yoga de la silla viene a darnos un punto de apoyo para facilitar nuestra práctica diaria de Yoga.

Un detalle, casi sin importancia, que hay que tener en cuenta, es que la silla es algo que tenemos muy a mano, en toda casa o oficina y siempre encontramos algún tipo de asiento en los lugares públicos. Y esto tiene una mayor relevancia de lo que nos parece porque, en parte, la práctica personal de Yoga suele fracasar porque la hacemos en un sitio determinado de nuestro hogar y además hemos de despejar un espacio en casa para colocar la esterilla, entre otros elementos de organización familiar. En cambio, la disponibilidad de la silla es inmediata, incluso, a menudo te encuentras ya sentado en ella contando con algún tiempo por delante.

Sin embargo, donde el Yoga en silla se hace más y más necesario es a la hora de facilitar un registro amplio de posiciones a personas que por sus limitaciones físicas no pueden hacer Yoga tumbados sobre una esterilla. La gran mayoría de personas mayores, las personas que tienen alguna discapacidad en las articulaciones inferiores o simplemente, personas con una lesión medular que van en silla de ruedas, todas ellas requieren el soporte adecuado de una silla.

A un nivel anatómico hay que recordar también que la posición de sentados en el suelo, con las piernas cruzadas o estiradas tampoco es fácil al común de los mortales. Nuestra sociedad sedentaria, siempre bien apoltronados, nos ha hecho que la musculatura posterior de las piernas, los isquiotibiales estén, en su mayoría, acortados. Éstos, impiden que los isquiones se coloquen verticales sobre el suelo haciendo que la pelvis quede en una posición de retroversión, esto es, haciendo que el vientre quede cerrado impidiendo la correcta expansión del diafragma. La articulación coxofemoral casi nunca la llevamos al límite de su movimiento natural y tiende, cada vez más, a sufrir una retracción de los ligamentos y a sufrir, a la larga, de artrosis. Con esto vengo a decir que incluso, para la gran mayoría de personas, hacer Yoga en silla puede resultar ventajoso.

Desde el asiento horizontal de una silla es extraordinariamente fácil encontrar la posición vertical al colocar los isquiones de la pelvis bien colocados sobre el asiento. Claro está que hemos de trabajar sin apoyo de la espalda sobre el respaldo. Desde aquí, los movimientos de flexión y extensión, inclinación lateral y torsión de la columna, así como la descompresión de ésta son muy fáciles de hacer sim comprometer el disco intervertebral. La cintura escapular queda libre y las cervicales están en buena colocación para hacer todos los movimientos que liberan la tensión cervical.

Hasta aquí hemos visto que podemos hacer un Yoga en silla muy fácil para personas con grandes dificultades, pero también podemos practicar con la silla aunque ya seas practicxante habitual de Yoga para ajustar con mayor precisión los movimientos de los âsanas. Y aún podríamos añadir que la silla puede servirnos como elemento de intensificación en ciertos ejercicios avanzados de Yoga como son las inversiones, la extensiones de columna, las torsiones, etc.

Parece que el Yoga practicado sobre una silla nos aleja de la imagen exótica del yogui sobre su piel de tigre pero, está claro que, estas imágenes van quedando en desuso y tienen cada vez menos capacidad de motivación. Tenemos que encontrar un Yoga del siglo XXI que no sea una imitación de un Yoga anciano sino que sume más y más posibilidades de actuación para llegar a más personas que todavía no se pueden poner sobre una esterilla. El Yoga, no lo olvidemos, también es compasión.

 Julián Peragón

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Antropólogo. Profesor de Meditación y Formador de profesores de la escuela Yoga Síntesis.

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