Las tradiciones profundas espirituales se han dado cuenta del inmenso remolino que engulle al individuo bajo el peso de las relaciones sociales y han propuesto una prudente retirada del mundo dentro de centros espirituales como los monasterios cristianos, los lamasterios budistas o los ashrams hinduistas, entre otros. El alejamiento de la vida profana de muchos religiosos ha sido, en el mejor de los casos, una etapa del camino para rematar la muerte social que puede dar paso a un renacimiento interior; en el peor, un refugio fácil ante la violencia o la ignorancia del mundo. Lo verdaderamente difícil es estar en el mundo sin ser arrastrados por sus intereses y por sus limitaciones. El “toro” de la vida social está en el ruedo y arremete con fuerza, y no hay otra que aprender a torearlo. El torero, como símbolo de nuestra actitud, no se enfrenta sólo al toro sino también a su propio miedo. La sociedad aparece fuera, es cierto, pero está perfectamente representada dentro. Dominar al toro es dominar nuestra mente y para ello se necesitan buenas herramientas, entre ellas la serenidad y la claridad. (…)
La Síntesis del Yoga
Los 8 pasos de la práctica
Julián Peragón
Ilustración: Eva Veleta
Editorial Acanto