Cuando el anochecer se acerca a los valles, el viajero se pregunta dónde buscar cobijo para pasar la noche. Ve altos juncos creciendo por todos lados, los junta en una brazada, erguidos tal y como se mantienen en el campo, y los ata por arriba. Presto, una choza de hierba viva.
A la mañana siguiente, antes de embarcarse en una nueva jornada de viaje, desata los juncos y presto, la choza se deconstruye, desaparece y vuelve a convertirse en una parte prácticamente indiferenciable del amplio campo de juncos. El paisaje original parece restaurarse de nuevo, pero quedan trazas minúsculas del refugio. Algún junco doblado o entrelazado aquí y allá. Queda también la memoria de la choza en la mente del viajero, y el la mente del lector que lee la descripción.
El wabi-sabi, en su forma más pura e idealizada, se refiere precisamente a estas delicadas trazas, a esta evidencia evanescente, en las fronteras de la nada.
Leonard Koren
Para artistas, Diseñadores, Poetas y Filósofos. Leonard Koren. Hipòtesi-Renart Edicions