Disolución (rocío)
La fluidez de la ola y la profundidad del océano nos recuerdan que la meditación es disolución. Es cierto que la gota de rocío aparece cada mañana brillando con la luz del sol, pero también es cierto que a media mañana desaparece. Y aunque desaparecen su forma y su contenido acuoso, no por ello deja de existir. La gota de rocío se diluye en la humedad ambiente, hasta que las nuevas condiciones climáticas la precipitan en otra gota, y así sucesivamente. Vamos, por así decir, de la forma a la no-forma, pero siempre somos la misma esencia, así como la gota y la humedad están hechas de agua.
Sabemos que respiran nuestros pulmones, pero también sabemos que respiración y circulación son medios útiles para que ese oxígeno ambiente llegue al interior de cada célula y así pueda hacerse la combustión. Nuestro cuerpo respira, pero en meditación nos damos cuenta de que respira también nuestra alma. No somos nosotros quienes respiramos; mejor diríamos que somos respirados, y sólo entonces, en esa experiencia meditativa, sabemos que hemos desarmado la dualidad.
Meditación Síntesis. Julián Peragón. Editorial Acanto