Los sikhs, como pueblo, proceden etnográficamente de una fracción de los jat mezclado con shûdras, cuarta casta de la India. Sin embargo, como religión, cualquiera puede ser sikh. Incluso su fundador, Guru Nanak, ni era shûdra ni pertenecía al pueblo de los jat.
Guru Nanak fue un personaje clave, en cierto sentido, en la historia de la India y, sobre todo, en la del Punjab. Nació en Lahore en 1469 y como pertenecía a una casta superior (era kshatriya), su infancia se desarrolló desahogada y llena de bienestar. Y hasta llegó a casarse en buena posición. Pero en un momento crucial para su vida, como antes le ocurriera a Buddha, hizo la renuncia total para dedicarse a enseñar sus principios a los hombres. Murió en 1538 después de haber nombrado como sucesor a Angard.
EL GRANTH Y AMRITSAR
La religión sikh es una mezcla de sufismo y de cristianismo. El sufismo es un movimiento que surgió en Persia para combatir el impacto musulmán y pronto cristalizó en un panteísmo mítico que mediaba entre las antiguas enseñanzas de Zoroastro y teorías muy próximas al budismo.
El canon de la religión sikh es el Granth, libro sagrado compuesto de dos partes: la primera fue escrita personalmente por Guru Baba Nanak y la segunda está formada por oscuras colaboraciones de sus discípulos.
La esencia del libro puede resumirse en los principios siguientes:
· La paternidad de Dios
· La fraternidad entre los hombres
· La infalibilidad de la justicia divina
· El desprecio a la idolatría
· La necesidad de una enseñanza divina
· La obediencia a los principios
La capital religiosa es Amritsar, en el corazón del Panjab. Es allí, al final de numerosas callejuelas, donde está el Gran Templo Dorado, particularmente abarrotado el día de la fiesta principal, que coincide con nuestro 20 de noviembre. Muchos peregrinos visitan este lugar alojándose en unos palacetes en medio de un hermoso estanque construido por los peregrinos sikhs, y en unas casitas de bellas fachadas con balcones y columnas que descienden hasta un paseo de baldosas blancas que contrastan con el maravilloso color del templo.
Siguiendo el paseo se entra en el edificio sagrado por una de las cuatro puertas que, situadas en las respectivas fachadas, dan acceso al interior. En una amplia sala del primer piso se encuentra, según la traducción, el manuscrito original del Granth que se conserva entre velos y terciopelos rojos, dos hombres recogen y toman nota de las ofrendas de los peregrinos. Por una escalerilla, desde este mismo aposento, se sube al piso superior, en donde, día y noche, hay siempre alguien que canta los versículos sagrados.
Pero lo más sorprendente del templo sikh se encuentra en su exterior: el piso inferior de color blanco y el superior ocre, en cada una de las cuatro esquinas se alza un alminar de oro que le da el nombre de Templo de Oro (Golden Temple).
SU EVOLUCIÓN HISTÓRICA
Cuando Guru Nanak murió dejó encargado de su jefatura a Angard, a quien se atribuye la invención del alfabeto gurmuki y éste, a su vez, designó como sucesor a Amar Das, que organizó verdaderamente la secta, ya en tiempos del emperador mogol Akbar, quien concedió unos terrenos para la construcción del Amrita Sara (Estanque de la Inmortalidad) y dio comienzo a la construcción del Templo de Oro.
Su hijo, Arjun Hall, escribió el Adi Granth y dio cima al templo comenzado por su padre. Odiado por los poderosos enemigos del imperio mogol, muerto ya Akbar, al ver la prosperidad de los sikhs, estos comenzaron a sufrir persecuciones que finalizaron, al menos momentáneamente, con el envenenamiento de su dirigente en 1606. Este acontecimiento hizo que la comunidad inofensiva pasase a vengativa y en esta misma fecha empieza la historia de los sikhs como pueblo guerrero. Tomaron las armas a las órdenes de Har Govind, hijo del mártir, y aunque al principio ganaron algunas batallas, después tuvieron que refugiarse en los Himalaya.
LA PRUEBA DEL VALOR
Más tarde Govind Singh, especie de Licurgo hindú, preparó la comunidad de modo que alternaba el espíritu religioso y guerrero. Se cuenta que un día de marzo de 1699 este Guru reunió a los sikhs en Anandapur, y con la espada desenvainada pidió cinco voluntarios que se ofrecieran al sacrificio. Al principio sólo se oyó silencio, después tímidamente cinco hombres dieron paso al frente, entonces Govind les condujo uno a uno al interior de una tienda, saliendo cada vez fuera con la espada manchada de sangre. Terminada la ceremonia los cinco hombres aparecieron vivos delante de la atónita muchedumbre. Se había tratado solamente de una prueba de valor en la que la sangre había sido de cinco cabras.
Con este gesto simbólico, los sikhs cobraron una nueva dimensión guerrera, pero a pesar de todo la fortuna no les fue propicia y, luchando contra tropas imperiales, el propio Govind Singh murió en Nadi. Era el año 1708.
LA DECADENCIA DE UN PUEBLO
Banda o Bhandur fue el último guru de la secta, reunió a sus compañeros y conquistó Sirhind y Saharampur, pero fue muerto en Delhi a manos de Aurangzeb. Entonces, por primera vez, estuvo a punto de desmoronares el pueblo sikh, pero la crisis del imperio mogol les salvó. En tanto que ellos regresaban al Panjab y los marathas a la Rajputana, los dekkans y los malwas se repartían los despojos del poderío musulmán en la India. A partir de ese momento el único guru que reconocieron los sikhs fue el texto sagrado Granth.
Por segunda vez, en 1927, la secta volvió a quedar minada por el cisma. Se dividió en dos grandes grupos los nanakpanthis, seguidores de las enseñanzas de Guru Nanak, fundamentalmente religioso, y continuadores de Govind Singh, llamados singhs, especialmente guerreros; el primer grupo se puede equiparar con los sahidhari y el segundo con los kesdhari.
Si entonces el sikhismo no desapareció fue por curiosas razones políticas: como no se nace sikh, sino que a edad adulta se entra en la secta, la mayoría de los jóvenes no se encontraban muy inclinados a aceptar una fe que les exigía mucho esfuerzo para permanecer en el camino recto, pero, los oficiales ingleses, reconociendo que la religión sikh era extraordinaria a la hora de formar temperamentos guerreros, insistieron para que los hijos de los sikhs fueran entrando en esta religión, para lo que obligaron a que los descendientes de los sikhs, si querían entrar en el regimiento de sus antepasados, orgullo de todo panjabi, debían ser sikhs. Y esta disposición tuvo el efecto deseado.
LOS SIKHS EN EL SIGLO XX
Los sikhs se han repartido por todo el mundo y no resulta extraño verlos en Londres, Nueva York o incluso en Madrid, pero la mayoría de ellos se concentran en el Panjab, en los seis principados: Jind, Faridot, Kapurthala, Kalsia, Nabha y Palisha.
Se caracterizan por su peculiar atuendo, rematado por un colorido turbante, e incluyen las cinco ‘k’, refiriéndose a cinco cosas que en el idioma del Panjab empiezan por dicha letra, son: kash (pelo), kangha (peine de madera), kara (pulsera de hierro), kach (pantalones cortos) y kirpan (sable).
Hoy en día se dedican a cualquier profesión, desde la más seria a la más pintoresca. Muchos son campesinos o tratantes de ganado. Los que se concentran en las ciudades suelen tener la profesión de chóferes públicos, pero la mayoría sirven en el ejército de la Unión India.
Susana Ávila
• El Instituto de Indología —fundado en 1995— es una asociación sin ánimo de lucro integrada por profesionales de distintos ámbitos a los que nos une el amor a la India y el deseo de darla a conocer.