CAPÍTULO TERCERO: LOS OCHO PASOS DEL YOGA
“¡Oh, Aryuna!, el mejor yogui es aquel que considera el placer
y el dolor de todos los seres como si fueran suyos”.
Om Namah Shivaya
El sistema de la ciencia espiritual del Yoga tiene ocho pasos –ocho miembros— que integran la metodología para alcanzar la liberación. Esto se llama Ashtanga yoga.
Los dos primeros, yama y niyama, son los principios base, la raíz sin la cual no puede subsistir el árbol del yoga, aunque practiquemos el asana o cualquiera de los otros pasos a la perfección. Son, además, los que nos permiten aplicar el yoga a la vida real, directamente. Seguir estos principios en el campo de la acción, la palabra y el pensamiento es la manera más elevada de Ser-Yoga, y la más efectiva para recibir los beneficios de este buen vivir. La liberación cotidiana frente a todo sufrimiento se cultiva, entonces, por la germinación del yama y niyama; mientras que asana, pranayama (control de la respiración), prathyahara (control de los sentidos), dharana (concentración), dhyana (meditación), y, hasta la misma iluminación (samadhi) se descubren como herramientas técnicas para apoyar este camino ético de la vida, en armonía con La Naturaleza y La Fuente Espiritual Suprema.
Detallemos entonces los ocho miembros del Ashtanga yoga.
1. Yama: Son los cinco principios que nos protegen de crear karmas de sufrimiento. No son restricciones morales, sino prevenciones vitales. Al practicarlos sinceramente, evitamos sembrar semillas de sufrimiento en nuestra vida y la de los otros:
Ahimsa: Es la práctica de la no-violencia. Se puede empezar desde lo más fácil: aprender a no ser violentos con nuestro círculo familiar para luego evolucionar a lo más difícil, que es llegar a no ser violentos ni siquiera quienes tenemos enemistad o por quienes nos son indiferentes. Ahimsa es compasión. Tener compasión con un hijo no es realmente compasión, es amor natural. La compasión verdadera es la que se profesa con alguien ajeno. Ahimsa es abstenerse de cualquier expresión de la violencia hacia cualquier ser vivo, y en los tres niveles, físico, verbal y mental. Asimismo, querer a nuestras mascotas y cuidar de ellas no es una práctica de compasión. Nadie se comería a sus propias mascotas, pero solo muy pocos llegan poner la compasión por encima del deseo de saborear una trucha o un jamón ibérico. No comerse a un animal por piedad hacia él es un estado de compasión muy alto. Tanto como no hacerle daño al enemigo. A ese estadio se llega paulatinamente. No hay que flagelarse si todavía la capacidad de compasión no llega hasta allí. Pero es apropiado saber que en el yoga esta es la razón por la cual se practica el vegetarianismo. Para la salud también hay miles de razones científicas que sustentan los beneficios de la dieta vegetariana, pero son los beneficios vivos de la ciencia de Yoga los que demuestran que la compasión es el gran método para alcanzar estados de liberación del sufrimiento absolutos y permanentes.
A veces no es tan clara de ver la relación entre la compasión y el consumo de animales como alimento; sería más sencillo realizarlo si tuviéramos que tomar el cuchillo con nuestras propias manos, degollar al animal, escuchar sus alaridos, despellejarlo, sacarle las vísceras, oler tales hedores de la descomposición de su cadáver, y, finalmente, deshuesarlo, para luego convertir todo eso en un “jugoso” y “atractivo” bife expuesto en los frigoríficos ¿Sería igualmente apetitoso comer? Como generalmente el comensal no tiene que participar directamente en este proceso de muerte, se remueve la conciencia para dejar el camino libre a la atracción de los sentidos. Sin embargo, la realidad de tal proceso vibra en la carne del animal; al ingerir su carne nos hacemos también partícipes de este ciclo de violencia. Peor: el asesinato se hace más cruel y tortuoso en estos tiempos, por los métodos antinaturales e inhumanos de industrialización de los alimentos. No tiene la misma cualidad karmática alimentarse de carne producida por un campesino, quien ha dado de su propia vida para criar y cuidar de sus animales, que consumirla indiscriminadamente en una cadena global de comida rápida. En el primero de los casos, el ciclo de la acción-reacción (karma) se balancea de alguna manera en el acto natural de dar y recibir vida, mientras que en el segundo se desequilibra al tomar como alimento los despojos de una vida desnaturalizada por un proceso de crianza a base de químicos, hormonas, transgénicos, y sacrificada en una tortuosa muerte en algún matadero industrial. Eso arrebata al consumidor la posibilidad de ofrecer cualquier intercambio de energía real –vida–, al reducir tal intercambio a la mera ficción de la compensación monetaria. La vibración que se asimila en tal consumo permea molecularmente el cuerpo físico y energéticamente el cuerpo astral –alma-, y produce semillas de sufrimiento que se quedan en nosotros, que se acumulan para más tarde dar origen a situaciones que generan dolor. Si de repente nos sentimos tristes sin poder reconocer la causa, esa es seguramente la manifestación de todas esas partículas de sufrimiento que hemos consumido y cultivado inconscientemente a través de los años, en nuestras acciones, palabras y pensamientos.
En el yoga se busca llegar a un punto tal de práctica de la compasión, que permite evolucionar la conciencia de la no-violencia a tal punto que nos libera de tener que experimentar cualquier forma de violencia hacia uno mismo.
Satya: Veracidad. Cualquier mentira, tarde o temprano, causa sufrimiento. La verdad será difícil de decir, pero es mejor decirla desde el comienzo. Duele, pero es un dolor que libera, como un hombro dislocado al que reacomodan en su lugar. Así también reacomoda la verdad.
Asteya: Honestidad. No robar. Robar también causa sufrimiento, claro. No solo un objeto. Robar una idea a alguien causa sufrimiento aún peor. También robar la intimidad a otra persona.
Brahmacharya: Saber cómo reservar la energía física. Se traduce del sánscrito como celibato, pero podemos interpretarlo como contención de esta energía. Si no estamos muy conscientes de ella, será muy difícil ser fieles a la persona que amamos y eso la hará sufrir. Pero no solo tiene que ver con lo físico y sexual, también con lo emocional, con todo lo relacionado con los sentidos. Si no somos capaces de evitar comernos un plato que nos haga daño, no seremos capaces de meditar. Todo empieza por el control de los sentidos.
Aparigraha: No acumulación. Es muy válido tener abundancia, pero la sobreabundancia también causa sufrimiento y desequilibrios. Hay gente pobre en una parte del mundo y otra con demasiadas posesiones. La Tierra es pura abundancia, sí, pero el problema es que al acumular rompemos el balance natural del planeta. Está bien tener una cantidad de cosas, pero cuando comenzamos a tenerlas en exceso, allí ya está fallando algo. Eso es lo que causa los desequilibrios energéticos. Hay un “primer mundo” y un “tercer mundo”, porque el primero maneja los recursos del tercero. Todo ese juego de especulación en la bolsa, por ejemplo, es Aparigraha: ansia por tener más y más, mientras otros tienen cada vez menos. Lo que no uses porque no lo necesitas, compártelo con personas para quienes podría ser vital y lo usarían a diario.
2. Niyama: Son los cinco preceptos que nos mantienen en la práctica del yoga, los principios de autodisciplina que nos ayudan a avanzar en este camino:
Saucha: Pureza. Todo lo que queremos hacer aquí, al llevar la mente al silencio, es purificarla. Si no lo hacemos, no sirve de nada tener el cuerpo sano, porque seguiremos en el ciclo del sufrimiento. Saucha, desde el aspecto más físico hasta el más mental, es la pureza. La alineación en la postura es pureza física. El silenciamiento de la mente es pureza mental.
Santosha: Gozo, estado de contento. Este es uno de los principios más importantes para liberarse. Aprender a fluir con el presente, con todo cuando la vida nos traiga: aceptar y encontrarle contento a la adversidad. Santosha es muy poderoso, porque nos hace moderar los volúmenes de tristeza o felicidad. Si sabemos cómo bajarle un poquito a la excitación, la próxima vez que estemos tristes nos pesará menos. Se trata de manejar los decibeles de las emociones.
Tapas: Calor, fuego: el fuego purificador. Este niyama es muy visible en las posturas: quedarse durante un rato en un asana, observar del dolor que es propio del reajuste, permitir que ese dolor ocurra para liberarnos de un mal hábito del cuerpo, eso es Tapas. Cuando afrontamos ese dolor y corregimos a partir de él los desbalances físicos, nos liberamos. Es el trabajo de enfrentar la dificultad. Enfrentar el dolor, en este caso físico, nos ayuda a conocernos y a ir más profundamente a las causas del sufrimiento. Obviamente hemos de diferenciar en la postura entre el dolor y ese dolor del reacomodo corporal, pero enfrentar este dolor liberador en la práctica de asanas, con ayuda de la respiración consciente, nos ayuda a enfrentar con más fortaleza el dolor en la vida diaria.
Svadhyaya: Es el estudio del Ser, entender cuál es el objetivo del yoga constantemente: la realización suprema. Es también el estudio de las escrituras, de los libros básicos de los que hablamos, los textos que tienen la raíz. Este niyama consiste en el estudio del Ser como si estuviéramos estudiando esos libros fundamentales, atentos a lo que la intuición nos revela. En la práctica siempre tiene que haber espacio para el autoconocimiento. Como profesores de yoga, también debemos procurar que el estudiante tenga espacio para su propia experimentación y lo que se le manifieste desde el interior, trascendiendo los límites de la simple alineación de la postura: que el alumno entre en la conciencia de cómo llegar allí.
Ishvara Pranidhana: Para alcanzar la Conciencia Suprema hay que dirigirse a ella. Con devoción o entrega hacia la Divinidad. Si ustedes quieren saber qué es la Divinidad, el único camino es la devoción. Si no ponemos devoción al asana y hacia lo Supremo, simplemente hacemos un ejercicio físico. En mi linaje, el de Sri Dharma Mittra, cuando practicamos las posturas no pensamos primero en la alineación, sino que estamos ofrendando la posición, la estamos usando como una oración viva. Si ustedes no están interesados en lo divino, pues traten de dirigir su asana hacia algo más elevado en ustedes, más allá de lo físico, paso a paso: la energía, lo mental, la conciencia, etcétera. En últimas, terminarán preguntándose sobre la fuente de todo eso.
Estos son los yamas y niyamas. En conclusión, si sus vidas están establecidas en ellos, pase lo que pase, sus seres internos siempre les ofrecerán la intuición para saber qué hacer frente a las vicisitudes.
Sigamos con los siguientes seis pasos del yoga.
3. Asana: Ya lo hemos dicho abundantemente, pero aquí agregamos que si estamos conscientes del cuerpo físico y lo liberamos de las malas posturas, todos los órganos funcionarán armoniosamente, la estructura ósea estará sana, toda la fisiología fluirá mejor. Mantener la postura natural, con la que vinimos al mundo, nos ayudará a mantenernos balanceados. Las asanas mantienen el cuerpo saludable y fuerte para avanzar en el camino del yoga, en los siguientes cuatro pasos del Ashtanga yoga que van más hacia lo interno y elevado, que son los que siguen.
4. Pranayama: El control de la energía vital, el prana. Allí no solo entra la respiración (que es el medio directo para recibirla), sino la comida. Las comidas que dan más energía viva y las que dan menos. Más allá de las proteínas, vitaminas y aminoácidos está la energía viva. Los alimentos que nos dejan listos para hacer asanas, correr, o lo que sea, esos son los que tienen más prana. Perfecto balance, por tanto. Los que nos dejan con energía para apenas movernos, aunque tengan mucha proteína, esas no tienen energía viva. Más importante que las proteínas es el oxígeno en las comidas. Un alimento muerto ya no lo tiene, como la proteína animal que, además, ha sido cocida, porque en el proceso de cocción los alimentos botan el agua, y, por tanto, sus moléculas de oxígeno. La proteína muerta tiene que ser activada por las enzimas para resucitarla; la viva es directamente prana: oxígeno.
El pranayama también tiene que ver con las relaciones afectivas, las emociones con las que nos movemos en ellas. El control de la respiración nos ayuda a controlar las emociones y, al hacerlo, tenemos acceso al control de la mente y de allí, en adelante, comenzamos a entender lo que subyace: el espíritu. Lo bonito del yoga es que nos hace entender que lo que hacemos nos da más o menos energía y, a más energía vital, más vida, más liberación, más autorrealización.
El pranayama nos ayuda, entonces, a controlar la energía y, por tanto, de los sentidos, que son su manifestación.
5. Prathyara: De eso se trata este paso del yoga, del control de los sentidos. Más allá en el camino hacia el control de la mente. Los sentidos tienen relación directa con las emociones. Cuando estamos enfadados, normalmente hiperventilamos y nos quedamos sin energía; cuando estamos nerviosos, dejamos de respirar bien y el oxígeno deja de llegar a las células. Cuando estamos tranquilos, serenos, oxigenamos todo el cuerpo y es más fácil calmar las emociones, los sentidos y, por tanto, la mente.
6. Dharana: Con los sentidos aquietados, es más fácil llegar a este paso, el de la concentración, que es la fijación de la mente en un objeto durante un tiempo prolongado, sin distracciones. En la medida en que practicamos más la concentración, podemos entrar en estado de meditación.
7. Dhyana: La meditación es la fusión de uno con el objeto en el que nos concentramos. Nos volvemos ese objeto, somos uno con él. Ya no se trata de saber cómo pasa o qué es, sino Ser. La meditación nos acerca al estado de unión que es el yoga. Pasamos al estado supra-mental.
8. Shamadi: Es la iluminación. El estado de la Conciencia desde la Conciencia. Hay dos categorías de Samadhi que llevan más o menos a ocho estadios diferentes. Si alcanzamos el Samadhi, pasamos después por varios pasos hasta llegar al Samadhi supremo que es la fusión con el Todo. Es algo más profundo de lo que podemos expresar con palabras. La práctica de meditación, sobre todo de meditación colectiva, nos lleva a un proceso de realización cada vez más elevado.
Andrei Ram Om
Artículo cedido por el autor y Yogasfera
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