El I Congreso Internacional de Indólogos de Delhi

Impresiones personales

Hace unos meses recibí la propuesta de participar en un congreso internacional de indólogos en Delhi. Como la idea era muy atractiva, no dudé en responder afirmativamente. Poco después recibí la invitación oficial y los billetes de avión, y me fui enterando de en qué iba a consistir el evento. Al parecer, visitando Rusia en mayo de este año, al Presidente de la India, Shri Pranab Mukherjee, se le había ocurrido la feliz idea de acoger en el palacio presidencial (Rashtrapati Bhavan) un congreso al que se invitaría a indólogos (estudiosos de la cultura y la historia de la India) de todo el mundo. Le encargó la organización al Consejo Indio para las Relaciones Culturales (ICCR), que en un tiempo récord organizó con gran eficiencia un congreso que tendría lugar del 21 al 23 de noviembre y al que finalmente se invitó a veintiún indólogos de diecinueve países y a ocho estudiosos indios. Los invitados hispanohablantes éramos el peruano Fernando Tola, que acudió acompañado por su mujer y colaboradora la argentina Carmen Dragonetti, el chileno Sergio Melitón Carrasco, el español Óscar Pujol, en representación de Brasil, ya que actualmente dirige el Instituto Cervantes de Río de Janeiro, y yo.

Lo primero que quiero destacar es la tradicional y casi abrumadora hospitalidad india: no solo es que nos trataran a cuerpo de rey, sino que lo hicieron muy cordial y amablemente intentando satisfacer todas nuestras necesidades y peticiones de la mejor manera posible. Nos alojamos en el mismo complejo del Rashtrapati Bhavan, algunos en el propio palacio y otros en la residencia “Peacock”, que se encuentra dentro del inmenso terreno del Bhavan. A mí me tocó una habitación en esta residencia: un verdadero apartamento amplio y con todas las comodidades, donde cada día nos dejaban la prensa y un surtido de fruta, frutos secos, bebidas frías y calientes, galletas, etc. que nos vino muy bien para resistir el intenso programa del congreso. El último día nos dimos cuenta de que disponíamos de una estupenda piscina cubierta en la que hubiéramos podido relajarnos tras las sesiones académicas. Apenas pudimos saborear las comidas de estilo buffet de la residencia porque casi todos los días recibíamos invitaciones a comer y a cenar: con los funcionarios del ICCR, el Director General y el Presidente de dicho organismo, la Ministra de Asuntos Exteriores… y la “guinda” de un suntuoso banquete con el propio Presidente de la India; todo ello en diferentes salones del impresionante complejo presidencial, excepto una noche, que nos llevaron a uno de los restaurantes del hotel Taj Mahal, uno de los mejores de Delhi. Además, siempre teníamos algún coche a nuestra disposición para desplazarnos a cualquier lugar que quisiéramos de la capital. Y, en cuanto nos despistábamos, nos regalaban algo: libros del Presidente, de Gandhi y de otros autores, un DVD, un elegante pisapapeles con la silueta del Bhavan, una preciosa cartera hecha a mano para llevar la documentación del congreso…

Pero centrémonos en lo académico. El congreso propiamente dicho se inició el sábado 21 por la mañana con la sesión inaugural, que tuvo lugar en el magnífico salón Durbar, presidido por una antigua imagen de Buda. Tras encenderse la lámpara ceremonial y recitarse cantos védicos dirigidos a Saráswati, la diosa del saber, pronunciaron breves discursos la Ministra de Asuntos exteriores Sushma Swaraj, el Presidente Mukherjee y el Presidente del ICCR, Lokesh Chandra. En ese mismo acto se entregó el primer Premio para Indólogos Distinguidos, creado por el ICCR y que va a tener una periodicidad anual, como el Congreso. El premio de este año fue concedido, merecidamente, al gran indólogo alemán Heinrich von Stietencron, que lleva casi medio siglo realizando aportaciones importantes al estudio de la cultura india.

La primera sesión académica propiamente dicha ocupó el resto de la mañana y parte de la tarde del día 21 y se dedicó a los “Estudios indológicos en perspectiva histórica”. En ella los ponentes expusieron, entre otros asuntos, la historia de los estudios indológicos en la India, Dinamarca, Italia, Polonia y Chile. Me gustaría mencionar especialmente aquí al profesor Satyavrat Shastri, uno de los sanscritistas más importantes de la actualidad, al que le fue encargada la dirección académica del congreso y que a pesar de su avanzada edad conserva plenamente su gran talento intelectual y su increíble capacidad de trabajo. Intervino a menudo en los diálogos que seguían a las ponencias, realizando siempre aportaciones brillantes y originales.

En esa sesión también intervino el profesor chileno Sergio Melitón Carrasco, que lleva más de treinta años dedicado al estudio y la enseñanza de la cultura y la historia indias. Es uno de los escasos hispanohablantes que, normalmente a base de esfuerzo personal y en un medio que tiende a ignorar por completo los estudios sobre la India, va realizando aportaciones interesantes en ese campo. Conocerle fue para mí una de las satisfacciones del congreso.

El resto del día se dedicó a “La literatura sánscrita. Pasado y presente”. Tengo que destacar la ponencia de Óscar Pujol, que presentó su “Diccionario sánscrito – español”, de próxima publicación y que va a suponer un impulso importante para los estudios índicos en nuestra lengua. Fue una de las ponencias que suscitó más comentarios favorables. Ya habíamos coincidido en varias ocasiones antes de este congreso, pero esta vez he tenido el gusto de poder tratarle más. Aparte del aspecto académico, la intensa convivencia durante varios días nos ha permitido profundizar en nuestra relación con los colegas que ya conocíamos y establecer nuevos contactos muy enriquecedores, tanto intelectual como personalmente.

Por la noche, tras la cena, los ponentes tuvimos la ocasión de disfrutar del espectáculo “Nrityarupa. Un mosaico de danza india”, presentado por la Sangeet Natak Akademi, de Delhi, en el que seis buenos exponentes de sendos estilos de danza clásica de la India —odissi, bharatanátyam, manipuri, káthak, chhau y kathakali— bailaban por separado, en distintas combinaciones y todos juntos en una coreografía que aunaba muy logradamente estilos tan diferentes. El cansancio por la larga jornada no nos impidió disfrutar de esta hazaña artística de primer orden, bella representación de esa unidad diversa que es la civilización india.

El domingo 22 se inició con varias ponencias sobre “El teatro sánscrito: teoría y práctica” y otros temas afines, como la literatura sánscrita en general o la concepción védica del lenguaje. El descanso fue seguido por la primera sesión sobre “El pensamiento filosófico indio” en la que, tras una exposición muy clara, sistemática y útil sobre “El pensamiento filosófico indio: tradición de términos y técnicas” a cargo de la profesora Shashi Prabha Kumar, tuve ocasión de presentar mi ponencia. En ella proponía una reinterpretación actual de la tradición espiritual y de pensamiento del Advaita Veda¯nta. Poniendo en diálogo a pensadores orientales y occidentales, antiguos y modernos, acababa afirmando que es posible mantener la esencia práctica del Advaita Veda¯nta prescindiendo de las creencias metafísicas que ha mantenido a lo largo de su historia. Tanto en el diálogo posterior como en otros momentos más informales hubo congresistas que expresaron diferentes opiniones sobre mi propuesta, unas favorables y otras desfavorables, desde un participante que afirmaba categóricamente que yo no había entendido el pensamiento de la India a otra según la cual mi ponencia quizá había sido la mejor del congreso, o una profesora que aseguraba que había sido muy valiente al atreverme a exponer ideas tan arriesgadas. Eso es lo bueno de los verdaderos congresos científicos: cada uno hace su aportación, la discute con los colegas y la modifica si hace falta. Así, en un diálogo continuo, es como va avanzando el saber humano.

Por la tarde prosiguió la sesión filosófica, dirigida por los maestros Fernando Tola y Carmen Dragonetti, decanos y máximos exponentes de la indología en lengua española, a quienes por fin tuve la oportunidad de conocer en persona en este congreso después de tantos años leyéndolos y aprendiendo de ellos. Tras el descanso de media tarde todos los delegados realizamos un asombroso recorrido de dos horas por el palacio presidencial y sus jardines mogoles. La competente guía nos hizo notar la genial combinación de elementos occidentales, indios clásicos y mogoles que convierten este grandioso complejo en un monumento único en su género. La jornada concluyó con la magnífica cena en el hotel Taj Mahal, antes de la cual el profesor Namah Ahuja dio una conferencia ilustrada con diapositivas sobre la exposición “El cuerpo en el arte y el pensamiento de la India”, que se había expuesto en Bruselas en 2013 y Nueva Delhi en 2014.

El día 23 entero se dedicó a distintos aspectos de “El arte y la arquitectura de la India”, y concluyó, tras la comida, con la sesión de despedida en la que Óscar Pujol recordó lo que habíamos hecho esos tres días en un breve discurso en el que mencionó a todos y cada uno de los participantes con sus aportaciones, y en el que unos espontáneos y unánimes aplausos saludaron su mención del ya centenario Fernando Tola, que a su edad había viajado desde el otro extremo del globo y participado en casi todas las sesiones y actividades del congreso.

Terminada la sesión de clausura, todavía faltaba un último acto planeado por los organizadores para abrir el congreso a la sociedad: nos trasladaron a todos los ponentes en los habituales microbuses hasta el Centro de Congresos de la Universidad de Delhi, donde tuvimos una “sesión interactiva” con cientos de alumnos y profesores del Departamento de Sánscrito, quizás el más grande del mundo. Tras la invocación inicial en sánscrito, se sucedieron varias breves intervenciones de profesores de la universidad, autoridades académicas y administrativas y algunos participantes en el Congreso. Me cupo el inesperado honor de ser uno de los dos “invitados especiales” entre los ponentes, por lo que tuve que sentarme en el estrado con los demás oradores e improvisar unas palabras, en las que dije algo sobre las tres tradiciones del pensamiento filosófico: las nacidas en Grecia, la India y China.

Desgraciadamente, tenía que volver a España el día 25 por la mañana para reincorporarme a mi trabajo, lo que me impidió participar en la visita final de día y medio que realizó el grupo al Estado de Uttarkhand, al norte de Delhi. Según el programa inicial, el día 25 viajaron en avión hasta Déhradun, la capital del Estado. Allí comieron con el Gobernador y por la tarde, tras presenciar en Rishikesh una presentacion sobre la cosmología acuática y participar en un árati (ceremonia de adoración con fuego) al Ganges, llegaron a la Dev Sanskriti University de Háridwar, una universidad especializada en la investigación y la enseñanza de algunos de los saberes tradicionales de la india como el yoga, el ayurveda, etc., donde presenciaron un programa cultural. Al día siguiente por la mañana visitaron el centro espiritual Shanti Kunj, donde participaron en un yajña (sacrificio védico) y, tras desayunar con el Rector de la Universidad, tomaron el avión de vuelta a Delhi.

Quien haya leído estas páginas se habrá hecho una pequeña idea de la gran riqueza e interés tanto del congreso en sí como de las actividades culturales y sociales que lo acompañaron, y podrá imaginar el trabajo que habrá supuesto organizar en tan pocos meses algo tan complejo. Pero el esfuerzo ha merecido la pena ya que, sin duda, ha constituido un éxito pleno no solo académico sino también diplomático para el Gobierno de la India. En efecto: la India de hoy solo puede avanzar con paso firme hacia el futuro apoyándose en la India clásica y abierta a la vez a la humanidad entera. El que treinta especialistas de todo el mundo hayan convivido durante tres días en el Palacio Presidencial dialogando sobre las bases de la civilización india es un ejemplo de este enraizamiento en la tradición y esta apertura a lo universal simultáneos, y un paso efectivo en la dirección de la verdadera globalización, plural, respetuosa y dialogante, a la que debe aspirar la humanidad del siglo XXI.
Javier Ruiz Calderón
• Doctor en Filosofía, especializado en Filosofías y Religiones de la India y Filosofía de la Religión. Profesor de Historia de las Religiones en la Universidad Pontificia Comillas (Madrid, 1992-2003). Investigador en el Instituto de Filosofía y Religión Jnana-Deepa Vidyapeeth (Pune, India, 2003-2006). Libros: El hinduismo y su actualidad (1996), Dhammapada (2004), Breve historia del hinduismo (2008), La Bhagavadgita (2008), Vedantasara: la esencia del Vedanta (2009).

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Antropólogo. Profesor de Meditación y Formador de profesores de la escuela Yoga Síntesis.

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