Canto de mí mismo

Yo he dicho que el alma no es más que el cuerpo,

y he dicho que el cuerpo no es más que el alma,

y que nadie, ni Dios, es mayor para uno de lo que

uno mismo es,

y que quien camina un estadio sin compasión camina

a su propio funeral metido en su mortaja,

y que yo y tú sin un céntimo podemos conseguir lo

mejor de la tierra,

y que mirar con un solo ojo o mostrar una habichuela

en su vaina confunde la sabiduría de todos

los tiempos,

y que no hay oficio ni empleo en que el joven que lo

ejerza no pueda convertirse en héroe,

y que no hay objeto tan frágil que no pueda servir de

eje a la rueda del universo,

y digo a todo hombre o mujer: que tu alma se alce

tranquila y serena ante un millón de universos.

(…………………………………………………………..)

Oigo y contemplo a Dios en cada objeto, aunque no

comprenda a Dios lo más mínimo,

ni comprenda quién pueda haber más maravilloso

que yo mismo.

¿Por qué desearía ver a Dios mejor que hoy?

Veo algo de Dios cada hora de las veinticuatro, y

cada momento también, en los rostros de los

hombres y mujeres veo a Dios, y en mi

propio rostro en el espejo,

encuentro cartas de Dios tiradas en la calle, y todas

están firmadas por el nombre de Dios,

y las dejo donde están, porque sé que por donde

vaya

otras llegarán puntualmente por todos los siempres

de los siempres.

Fragmento del Canto de mí mismo. Walt Whitman. Ed. Edaf

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Antropólogo. Profesor de Meditación y Formador de profesores de la escuela Yoga Síntesis.

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